Resumen:
En este trabajo se defiende la tésis de que el cuerpo como falta de totalidad, tiene una relación al mundo que se transforma en la irrealizabilidad del tener. Esto implica una falta de legitimación inherente en la relación Cuerpo-Mundo, repensando así la pregunta central del psicoanálisis no como guiada por la prohibición del incesto y parricidio, sino primariamente por la de un cuerpo incompleto que ha sido perdido en su ruptura hacia el lugar de su muerte. En el trabajo se relee una pregunta acerca de Edipo -que sugiere Derrida- y  que no ha sido trabajada en la teoría psicoanalítica.

Antes de avanzar en esta propuesta, quiero dejar muy claro cómo estoy tomando aquí el concepto de cuerpo y de lugar o Mundo. El cuerpo en psicoanálisis no es una unidad biológica o meramente somática sino que una unidad secundaria del sujeto hablante. Tenemos un cuerpo cuando representamos, no somos un cuerpo. Para Freud, en el inicio de la vida, no existe una unidad comparable al Yo. Existen ya pulsiones eróticas pero una acción específica se suma para la constitución del narcisismo. Así el yo y el cuerpo emergen como unificación de la libido dispersa. Surgen además a través de una relación asimétrica con un Otro que salva de la indefensión primaria.

En el Yo y el Ello, Freud nos hace comprender que el Yo está en continuidad directa con sensaciones corporales, al punto de describer al Yo  como una esencia-cuerpo y la proyección de la superficie corporal. El cuerpo es primero un yo cuerpo, no es meramente una entidad sino la proyección de una superficie. El cuerpo es ya representación. Esto es, creamos una urdimbre psíquica en la ausencia del Otro, en la alucinación del pecho materno. El cuerpo es una unidad diferente a la realidad orgánica pero circunscrita a esta y es indisociable e inaccesible como meramente material pues solo conocemos del soma a través del cuerpo.

Es en la aparición y desaparición del otro  que esta urdimbre psíquica emerge. En el manuscrito G[1], Freud dibujó un diagrama, un esquema de Lo Sexual. El trazo es acerca de cómo un objeto sexual aparece (Gegenstand) [2] y viaja a una terminal de órgano ocurriendo una sensación y un acto reflejo. Por la aproximación del objeto sexual, la estimulación carga a un grupo psíquico. Así es como la representación ocurre. A esta representación, u objeto ya corpóreo y no meramente somático, le llama Objekt. La representación (objekt)[3] es pensable porque el objeto (Gengenstand) ya no está ahí. El pensamiento emerge cuando ese objeto desaparece. Para que esto ocurra, una cantidad de energía Q que es fuerza de trabajo, deviene pulsión en su trabajo de representancia. La pulsión no pertenece al cuerpo físico, sino que es intermediaria entre lo somatico y lo psíquico y da lugar a ese cuerpo del psicoanálisis, el cuerpo psíquico. Entónces, un objeto que aparece ante nosotros (Gegenstand) no es lo mismo que el representado (objekt). Ese objeto representado construye el cuerpo psíquico y ese cuerpo que representa da vida al mundo en una proyección de su superficie. Es decir, para que este cuerpo exista un otro le da lugar, estatuto de humano dentro de la cultura. Pero para que el mundo exista, esa carga que le dió existencia al cuerpo deviene algo nuevo en su proyección y así Cuerpo y Mundo guardan una relación dialéctica constante y de ayuda mutua a lo largo de la vida para el trabajo de representancia, para la permanencia del cuerpo en el Mundo y del Mundo en el Cuerpo.

En  1905[4], (Tres Ensayos) Freud va más allá y habla del hallazgo del objeto, explicando que es un reencuentro con el pecho materno. La primer satisfacción estaba conectada a la nutrición. Después, se hace una representación global de ese algo que fue traído al soma. Al mismo tiempo que se representa eso que calmó, la representación del cuerpo se hace y la pulsión deviene autoerótica. Esto es, el paso a paso de cómo se constituye ese cuerpo del que el psicoanálisis habla y de cómo se constituye el mundo, ese objeto al rededor del cual gira toda representación de lo que construyo como mundo.

Para Freud la relación originaria Cuerpo- Mundo está en constante reedición. Esto lo podemos leer en Tres Ensayos (1905), Freud estaba pensando en terminos de sexualidad infantil para explicar qué pasaba con los niños en el descubrimiento de su rol en la sexualidad. Sexualidad es una reedición de Lo Sexual, ese primer momento de erotismo donde las cargas son puestas en el soma y así la subjetividad emerge. Lo Sexual es referido a un aparato/soma que funciona a través de la carga y descarga de fuerzas. La Sexualidad esta presente cuando existe la representación más allá de un cuerpo que responde a necesidades, cuando el deseo se sobrepone al hambre. Entónces, algo a pensar es que el cuerpo está incompleto en tanto el cuerpo es un cuerpo representación que busca satisfacerse en algo que no es. El lugar, o el Mundo estan en falta también en tanto no satisfacen nunca del todo eso que el cuerpo busca. En otras palabras, somos cuerpos condenados a representar y reprimir hasta el momento en que la muerte irrumpe en la carne.

Lacan deja claro en el Estadio del Espejo que un cuerpo está fragmentado en un inicio. Lacan (1966) en “El estadio del espejo como formador de la función del yo” habla de esto. En los primeros meses de vida, un infante se hace presa de la ilusión de la identificación espacial en el reflejo de otro. Toma una imagen de sí mismo y la asimila. En un inicio la imagen es fragmentada hasta que se forma una imagen ortopédica del cuerpo, una especie de totalidad. Así se asimila que ese reflejo es uno mismo.

Esa imagen, marca una estructura rígida en todo el desarro­llo mental pues caemos en la ilusión de ser eso. El cuerpo es en­tonces una mentira sostenida, una unidad meramente virtual. Mentira necesaria.

El infante, no está biológicamente habilitado para valerse por sí mismo por lo que siempre hay un espacio en donde la frag­mentación inicial reaparece. Como adultos reaparece en sueños bajo la forma de miembros desunidos, explosiones, en la anato­mía fantasiosa que tejemos de nosotros mismos ( y esto es muy importante aquí), en síntomas, en conversiones, en rituales obsesivos que esconden y evidencian la fragmentación, en actos de imaginación. Es por esto que es tan importante el cuerpo en psicoanálisis: el cuerpo y su punto de fractura (Lacan, 1966). Pensemos también que este espacio de fragmentación, ese punto de fractura es el que nos permite seguir representando. Si el cuerpo estuviera completo, no habría necesidad inicial de otro que rescate de la indefensión primaria y la relación Cuerpo-Mundo sería radicalmente distinta. Arrojar el cuerpo al mundo, a otro, a una pareja, poner el amor propio en el nacimiento de un hijo, al amor a lo que se hace, a dar algo al mundo, escribir un libro, un trabajo, soñar,  no sería necesario. Creemos ser aquello que se nos ha imputado ser a través del Otro, de un discurso pero es justo gracias a que el cuerpo es en inicio fragmentado, que podemos movernos hacia otra cosa que lo que el discuro que se nos imputó, reeditar en repetición.

Pero existe un momento particular que me interesa, el momento en que la muerte irrumpe en el cuerpo. Ese es el único momento en donde el acceso total al soma se puede dar sin ser mediado por el cuerpo psíquico. La muerte somatica es la violenta irrupción que desliga y mata por lo tanto a toda representación. La pulsión de muerte juega un papel importante aquí pues al mismo tiempo que el cuerpo busca formarse en representación, la pulsión de muerte se encarga de desligar. La vida es un camino de ligar y desligar hacia la muerte. Lo que me parece más interesante es que en el momento en que morimos, la relación que el cuerpo tiene con el mundo cambia su estatuto de posible lugar, de por-venir. Quizás eso es lo que impacta de un muerto y que en su indecidibilidad en tanto cuerpo muerto pero respresentable, se convierte en angel, va al cielo, etc.

 Ya ha quedado claro que representamos en una edición, las cosas. Los síntomas en psicoanálisis ocurren  en una elaboración a posteriori de un primer momento porque es imposible accede al soma, a un hecho sin cuerpo. Pero propongo que podemos también pensar que vivir, escribir, representar, es una edición a priori del momento de la muerte:  la irrupción del Mundo en su realidad menos accessible, al cuerpo. Vivimos en busca de un lugar cuando es el lugar el que nos encuentra. Lugar de muerte.

Edipo porque es un personaje que conocemos bien y que generó uno de los conceptos fundamentales de psicoanálisis y los organizadores de la ley y la cultura: incesto y parricidio. Hablemos de los desorganizadores de Edipo.

Cuando Edipo está ya en Colona, camina con Antígona. Ya ha matdo a su padre, ya esta ciego, ya ha cometido incesto, ya se ha quitado los ojos. Ahora es perseguido y lo único que quiere es un hogar. Edipo ya no se pregunta quién es rey, qué es ser rey, qué es ser Padre, ahora Edipo se pregunta quién le puede acoger hacia su muerte. Este momento para mí es el momento de mayor fragmentación corporal: no es quitarse los ojos, no es las preguntas por los otros, es la pregunta esencial hacia su lugar de muerte, de abolición total.  Entonces reposa en el recinto sagrado de Euménides; lugar donde el oráculo había dictado que habría de morir.  

Los habitantes de la ciudad lo ven como un extraño y se quejan, está allí Edipo como un resto reposando,haciendo una transgresión en el espacio y no pudiéndose adueñar de un lugar para sí al momento de su muerte. Teseo, rey de Atenas, se pelea con Creonte disputando si será Atenas o Tebas quien se quede con su cuerpo. En medio de esto, Edipo no tiene lugar para su muerte, cae un rayo que señala el fin inminente de Edipo y muere sin lugar. El destino, el rayo, busca en su cuerpo apropiarse de su lugar en contra de los vivos que luchan por el. Edipo retorna porque el lugar mismo de la muerte no lo ha acogido; contrariamente su cuerpo, es el lugar de la Muerte. Hay algo que pujará por vivir porque no hay un lugar total para la acogida de un cuerpo dado por uno, ni siquiera al momento de la muerte.

Bien sabemos que los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Algo de su muerte no ha quedado sepultada, herencia de Antígona que lucha por el lugar de muerte y que la condena al fin de su vida. Exhumación constante en vida  de ese cuerpo fragmentado hacia una nueva tumba. Hemos todos heredado ese no lugar hacia la muerte porque es la Muerte la que se apropia del cuerpo como su lugar de reposo. El camino de la papeleta de Freud: soy, tengo, no tengo, por lo tanto no soy, del cuerpo al Mundo.


[1] Freud, S. (1894/1985). Manuscrito G, en Obras Completas, tomo III.  Argentina: Amorrortu.

[2] The german word Gegenstand has an echo in it´s meaning of something that resists, that stands against (gengen) the subject.  Something that resists meaning or inscription. In Freud, Gegenstand is the object that appears to us. It could be thought as well that it resists meaning as there is no representation before an exterior object presents  itself and that it resists the process of subjectivation in the sense that it has not occured until it appears.

[3] Laplanche and Pontalis pointed that the word objekt in psychoanalysis may have three main meanings: A) As a  correlate of drives it is that which makes the drive go to an end. It can be a person, a partial object, a real object or a phantasized object . B) As a correlate of love or hate: to an object , person, entity, ideal that is though to be total C) As a correlate of the subject that perceives (objective); see Diccionario de psicoanálisis, translation by F. Cervantes , México, Paidós, 1993, section P. [ed. Eng. : The Language of Psychoanalysis, London, Karnac books, 1988].

[4] Freud, S. (1905 b/1985). Tres ensayos de teoría sexual, Obras Completas, tomo VII.  Argentina: Amorrortu.

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